Frente al espejo.

Me puse frente al espejo mientras escuchaba de mala gana a esa vocecilla que me decía: «¡Ya basta Carmen! Es más que suficiente.»

Yo y mi estupidez constante quisieron responder pero esa vocecilla no estaba dispuesta a darme tregua: «Ni si quiera quiero escuchar lo que se qué vas a decir.

Te he dicho que pares y está vez me vas a hacer caso.

Ya basta de estar siempre para esa gente que no agradece nada, que no tiene en cuenta nada, que no valora nada.

Ya basta de dar oportunidades, de pensar bien de esa gente porque esto no es la primera vez que ocurre ¿O me equivoco?»

Hay que reconocer que la muy jodida sabía lo que decía y dónde dar…

«Esto no es una temporada, no es un mal momento, no es la situación, ni las circunstancias.

Esto es que esa gente es así, sin más, del mismo modo que esperan que tú estés, que ayudes, que partícipes…. Ellos nunca están para ti.

¡Y ya basta! Mírate, tú te mereces a alguien que esté de la misma forma que tú estás y no pienso consentir que te conformes con menos así que ¡Haz limpieza ya! Echa a esa gente de tu vida, no te aporta cosas buenas y tú estás en un mal momento, estas cosas lo único que hacen es sobrarte y quitarte energía de la que últimamente no estás muy allá, así que venga ¡A empezar!»

Escuché hasta el final sin interrumpirla, la verdad es que llevaba toda la razón: ya basta de confirmarme con las migajas, no soy un pollito y sí merezco lo mismo que ofrezco, será difícil de encontrar pero en cuanto antes me ponga antes lo conseguiré…

O quizás no, pero prefiero invertir el tiempo en buscarla que seguir así, porque las cosas como son, estar así desgasta tanto…

Antes de irme sonreí a la chica del espejo que a su vez me devolvió la sonrisa y salí a la calle pensando: qué sería de mí si no fuera porque tengo la costumbre de chocarme de vez en cuando con mi amor propio y mira que era terco, me daba cada repaso que si no fuera porque sus visitas son espaciadas… Pero yo no existiría como tal sin él